lunes, 30 de julio de 2012

Hombre Bonsai

El bonsai es un árbol reducido a su mínima expresión: podado, dirigido, manipulado, y limitado, es convertido en un ser dependiente del cuidado del "artista".
A algunos hombres, el arte bonsai puede parecerles un arte refinado y exquisito... El bonsai "bien hecho" tiene una atracción irresistible, eso es innegable. Pero la hermosura del bonsai no es fruto tanto del trabajo del artista, como de la belleza innata e inefable del propio árbol. El artista no crea al árbol, tan sólo lo manipula... regándolo, podando, recortando raíces, reduciéndole progresivamente la cantidad de tierra, y procurándole un tiesto cada vez más pequeño, para mantenerlo a un tamaño más o menos diminuto y darle un aspecto resultón, tratando de impedir que el arbolito muera durante el largo y delicado proceso.


Los hombres de las ciudades nos asemejamos en cierta manera a los bonsais, ya que hemos sido reducidos a nuestra mínima expresión: dirigidos, manipulados, limitados, y debilitados; casi llega a parecer cierto que tengamos que depender del cuidado y la protección de médicos, policías y psiquiatras. Algunos así lo creen.

El árbol que nace y se desarrolla en la naturaleza, sin poda, sin riego, sin abonos, ni pesticidas, es un árbol recio y adaptado. No crece rápido ni tampoco lento; se desarrolla según su condición innata y los factores ambientales, convirtiéndose en el rey de la llanura o la montaña. Pacientemente, sintiendo cuanto le rodea, busca la humedad extendiendo sus raíces bien profundas en la tierra; busca el sol, extendiendo su copa y sus ramas bien arriba, hacia el cielo.

Las personas que nacen y se desarrollan fuera de los pueblos y ciudades, los hombres de los bosques, las montañas, desiertos o llanuras, son como los árboles en medio de la naturaleza, recios y adaptados, se desarrollan según su condición innata y los factores ambientales, y se convierten en soberanos del lugar donde viven.


No es demasiado probable que un bonsai sobreviviese una vez trasplantado en tierra firme a cielo abierto y abandonado a su suerte; de no encontrar humedad suficiente con sus pequeñas raicillas, moriría sin remedio. Pero aún, junto a un arrollo, sus ramas crecerían desordenadas y se enmarañarían; hongos e insectos los infectarían aprovechando su debilidad.
Sin embargo muchos hombres y mujeres de las ciudades han logrado volver al medio natural y llevar vidas plenas y sencillas. Esto es lo que nos diferencia de los bonsais, nuestra capacidad de adaptación... Al fin y al cabo, a la mayoría de nosotros todavía no nos han cortados los brazos y las piernas.

6 comentarios:

  1. Excelente analogía, felicidades por el escrito. Me ha gustado mucho.

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  2. Escritos como este son un buen fertilizante.
    Hay que ampliar la conciencia, romper los tiestos.

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  3. Con todo respeto; el escrito, demuestra que no se sabe nada sobre bonsai.

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  4. Si lo demuestra, demostrado está. :)

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  5. Hacer bonsai genera karma? Es que agarras una planta y la cortas a tu antojo, pobre planta de la naturaleza, no deberiamos dejar a las plantas arboles crecer libres? Por eso mi pregunta anterior.

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Sentado o dormido, un buda sigue siendo un buda